El secreto de los datos: cómo la tecnología mejora las operaciones
El análisis de la información integral, que sobrepasa la simple geolocalización, ayuda a optimizar el trabajo diario
La gran cantidad de datos generados por los sistemas de gestión de flotas no son aprovechados de manera eficiente en la mayoría de los casos por los administradores logísticos de las empresas, lo que afecta la posibilidad de detectar los problemas reales e impide resolverlos de manera rápida y efectiva.
Cuando comenzaron a aplicarse los sistemas de geolocalización, aportaban información innovadora para la industria. Sin embargo, con los años, comenzó a resultar insuficiente, según observó Daniel Wainmann, exdirector de Waze, una de las primeras plataformas orientadas en ese sentido, para América Latina. "Localizar un camión aporta información importante. Pero, después, cuando el gerente de flota tiene que mostrar en la empresa una optimización en la operatoria diaria o una reducción en los costos, ¿cómo hace para traducir eso a datos útiles y conseguir que la inversión en sistemas traiga un beneficio?", cuestionó Wainmann.
Al reseñar la evolución de estas aplicaciones, recordó que "hace muchos años se hacía localización con una persona sentada frente a una pantalla mirando dónde estaba el localizador, se buscaba a qué hora se había encendido el vehículo, a qué hora lo habían apagado, cuándo llegó al cliente, si recibió o entregó la mercadería. Eso fue lo primero que se hizo. Después, se empezó a sacar más información, como velocidad, aceleración. Pero eso no fue suficiente, porque no era un tema masivo", afirmó.
Esa forma de trabajo comenzó a variar en los últimos años, cuando "la localización pasó a ser una commodity, porque es muy fácil comprar un localizador satelital a 30 dólares, conectarlo a Google Maps y en cinco días empezar a dar servicio".
"Pero no es eso lo que las compañías necesitan, sino el resto de la información, como indicadores clave de desempeño (KPI); de operación, en los que algunos de los datos pueden salir de la localización, pero otros no tienen relación con ella sino con el rendimiento del vehículo, con temas vinculados con la forma en la que el conductor está manejando y otros con la operación particular de la empresa. Muchas veces, se vincula con el clima, porque, por ejemplo, cuando llueve se hace más compleja la tarea de algunas empresas y eso impacta en las ventas", sostuvo.
Reconoció que "en eso un GPS no puede dar soluciones, hay que entender que la geolocalización es una variable dentro del conglomerado de información que un vehículo genera para optimizar una operación. En la década de 1990 era todo, pero hoy no llega a 10%. De todas la variables que se gestionan es muy poco, hay otras variables. Por eso, la localización ya no es lo más importante, pero es un dato importante porque no se puede tener un sistema de gestión de flota sin ella".
Los sistemas más actuales comenzaron a obtener otros datos además de ubicar el movimiento de los vehículos y, en ese sentido, para Wainmann "lo más importante es qué se hace con los millones de registros de información, esa big data o información que se generó en una empresa".
"Muchos piensan que eso es basura, pero es la historia de la operación, y analizada correctamente puede mostrar dónde están los problemas, cuáles son los cuellos de botella, dónde no se pudo llegar, cuándo se cumplió. El día que se empieza a analizar eso se comprende realmente la operación y se puede empezar a predecir. Primero se hace una analítica descriptiva y de ahí se pasa a una predictiva, porque se comienzan a ver las falencias y luego lo que se tiene que hacer", indicó el especialista. El factor conductor
Wainmann, que presentó el sistema de control y monitoreo satelital Fliit, consideró que el conductor "es otro paradigma que cambió en los últimos años en la gestión de flotas. "Antes le tiraban la culpa de todo lo que pasaba, pero hoy es la solución, porque bien capacitado va a saber solucionar los problemas".
La minería podría equiparar las exportaciones proyectadas de Vaca Muerta
La minería argentina podría aportar 10.000 millones de dólares al año en exportaciones con la puesta en marcha de algunos de los grandes proyectos ya identificados -como Pachón, Navidad o José María, entre otros-, una cifra equiparable a las proyecciones de generación de divisas de la formación hidrocarburífera de Vaca Muerta.
Lo aseguraron los principales directivos de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) durante la presentación de la feria Arminera 2019, que se desarrollará desde el próximo martes en la Ciudad de Buenos Aires y que reunirá a más de 200 expositores.
En la entidad afirman que el sector minero argentino está preparado para convertirse en motor del desarrollo productivo real, con solo «dar un marco adecuado a la actividad que permita destrabar la docena de proyectos identificados hace muchos años» y que tienen reservas comprobadas y estudios de factibilidad cumplidos.
La alerta del sector minero por el retraso de las inversiones se enfoca en aspectos legales y normativos, como la adecuación de la Ley de Glaciares, las retenciones, y el veto de la actividad en algunas provincias, pero también las vinculadas a la competitividad como infraestructura, energía, y productividad laboral.
En 2016, la CAEM presentó un plan de desarrollo quinquenal para invertir u$s20.000 millones, generar 40.000 puestos de trabajo y u$s25.000 millones en exportaciones, objetivos que «se vieron frustrados por la falta de un contexto adecuado para atraer los capitales intensivos y de largo plazo necesarios», aseguran hoy.
En tiempos en que el potencial de la formación de Vaca Muerta genera expectativas millonarias, desde el sector minero también se destaca que «tan sólo de los proyectos conocidos se podrían esperar no menos de 10.000 millones de exportaciones al año, tanto como las proyecciones que se realizan para los hidrocarburos».
En similar comparación, se destacó que si se tomara la inversión que requieren tres de los grandes proyectos de oro, plata o cobre -estimado en unos u$s3.500 millones por desarrollo- que están a la espera en el país se «podría equiparar toda la inversión que recibió Vaca Muerta en los últimos años».
Además de las exportaciones, el desarrollo de los proyectos conocidos requerirá inversiones en torno a los u$s30.000 millones -de acuerdo a estimaciones oficiales y del sector-, además de generar un fuerte impacto en el empleo que en 2018 representó un total de 81.500 puestos -directos e indirectos-, es decir 1,2% del total del empleo registrado.
La minería se consolidó en 2018 como el sexto complejo exportador del país con u$s855 millones, 10% sobre las ventas externas de 2017, pero aún lejos de su potencial si considera que en Chile representa exportaciones por u$s55.000 millones.
El aporte del sector al Producto Bruto Interno ( PBI) de la Argentina se podría de esta manera triplicar o cuadruplicar hacia mediados del próximo decenio y pasar del actual 1% al 3 o 4%, también muy dispar del 15 por ciento que representa en Chile, país con el que Argentina tiene 5.000 kilómetros de frontera común.
Los grandes proyectos de producción de cobre referidos por el sector son los yacimientos de cobre de Agua Rica, Pachón, Taca Taca, San Jorge, Los Azules, Filo del Sol, Josémaría y Altar.
Las minas de oro y plata sumarían su aporte en los yacimientos de Don Nicolás, Cerro Moro, Suyai, Lindero, Navidad, Calcatreu, Lama, Don Sixto, Andacollo, Del Carmen y Joaquín.
Mientras que en el litio -mineral cuyo desarrollo es mucho más acelerado por menores costos de inversión- se destacan Mina Fénix, Olaroz, Salar del Rincón, Cauchari-Olaroz, Pozuelos, Sal de Vida, Sal de los Ángeles, Tres Quebradas, Salar Cauchari, Salar Centenario, Ratones, Mariana (I, II y III), Gallego Project y Antofalla.